Chiquitibum
ala bim bom ba, chiquitibum ala bim bom ba, ala bio ala bao ala bim bom ba,
México, México, ra ra ra.
Muchos televidentes recordarán que en 1986, año
en el que México fue sede del Mundial de futbol por segunda vez, se transmitía
un comercial que llegó a ser muy popular. Éste se conformaba de imágenes que
aludían a la tribuna que presencia los partidos, a la marca de cerveza Carta Blanca y a una mujer muy singular.
De manera que el comercial giraba en torno a aquello que involucraba al público
que ve los encuentros (el que no
juega propiamente en la cancha y el que está compuesto por la mayoría).
Podríamos decir que dentro del ámbito del Mundial la tribuna es un terreno
aparte, ésta se consolida en un espacio determinado del cual se apropia. Aunque
la tribuna no es ajena al evento deportivo, sí busca aislarse en su misma espacialidad,
es así como construye sus propios juegos los cuales son en ocasiones más
enajenantes que el propio partido de los 45 minutos.
Bien lo decía el comercial: “Este campeonato lo
vamos a disfrutar”. Finalmente de eso se trata, de disfrutar. El público de los partidos de futbol a toda costa busca
el disfrute y por eso crea sus propios juegos. Ante la incertidumbre de no
saber si el equipo que apoya ganará o mejor dicho ante la certidumbre de saber
que su equipo va a perder decide apartarse y construir juegos alternos de los
que disfruta y que le sirven de consuelo cuando su equipo no gana. Es aquí
donde las porras, las olas y demás invenciones tienen un papel esencial; la
porra es un elemento importante dentro del comercial al que hago alusión.
Chiquitibum
ala bim bom ba es el inicio de una porra, la cual como todas las de su
especie hace que el individuo de la tribuna se pierda entre la voz colectiva,
el individuo se siente apoyado y “apoya”; está tranquilo porque mientras lo
hace su identidad no es revelada. Asimismo la porra promueve una empatía entre
los seres reunidos, aunque no basada en el empeño de conocer al otro. Dentro de
la porra nadie busca conocer a nadie porque lo que está de por medio no son los
individuos y sus personalidades, sino la colectividad y su voz.
Otro elemento importante del comercial es la
cerveza, de hecho el anuncio televisivo lo que buscaba era promocionar una
marca de cerveza en particular. Pero independientemente de esto hay que notar
que el comercial tiene como base la promoción de una bebida alcohólica que
parece tener un lugar importante en el contexto deportivo y más explícitamente
en el contexto de la tribuna. En este caso la cerveza y su poder están
nuevamente dentro del ámbito de lo colectivo porque es dentro de éste en donde
más se siente el efecto enajenante de la bebida. La cerveza es el desinhibidor
por excelencia, quien la toma en su mano y la empina le está comunicando al
otro que ha aceptado desinhibirse. Por ello no es gratuito que en el anuncio la
imagen de esta bebida aparezca en un ambiente de euforia, de gritos, de risas y
de porra, éste es el momento exacto de la reunión y la desinhibición. El poder
de la cerveza gira alrededor de estas dos expectativas.
A la imagen de esa tribuna que pronuncia el chiquitibum y que se “alimenta” de
cerveza se incorpora la figura de una mujer a la que antes he llamado singular porque dentro del público se
distingue perfectamente. Ella aparece moviéndose
al compás de la porra, compás que ella misma inaugura. A pesar de que sus
labios parecen pronunciar la porra, no está apoyando el juego con su voz; en
realidad ella “apoya” únicamente con su cuerpo. La mujer es muda, así que todo
lo comunica con sus movimientos corporales. Por lo tanto sus labios no son
sirvientes de la voz que emerge de ellos sino del cuerpo mismo al que
pertenecen. De manera que tanto su boca como su pecho, su cintura y caderas han
de ser dimensionados exclusivamente como movimiento.
Cabe mencionar que dentro de estos focos corporales el pecho fue el que más
impactó a varios de los televidentes; en el comercial la mujer se mueve y junto
con ella se agita su pecho. El pecho suele concebirse como una de las partes
más enigmáticas de la mujer que sobresale por su forma, por su volumen. Pero en
este caso lo que es más significativo es que se trata de un elemento corporal sobresaliente
y cubierto al mismo tiempo; es la parte que se muestra si mostrarse. El pecho se
mueve al compás del ritmo de la porra, abierta y discretamente. No fue gratuito
que el chiquitibum se concibiera como
el ritmo del mundial, ese ritmo es el encarnado por esta mujer, a la que desde
entonces han llamado la chiquitibum
porque su poder se le equipara con el de la porra ya que también promueve el
disfrute y enajena. Lo cierto es que ella puede prevalecer en la mente sin
necesitar la presencia de la voz.
Podemos decir entonces que son tres los ejes que
sobresalen en este comercial: la porra, la mujer y la cerveza, y podríamos
añadir un cuarto elemento, la tribuna o el público, que es el que funge como el
fondo donde operan los ejes. En un inicio también podemos concebir a estos ejes
como los tres mitos que configuran
una unidad, así el mito del chiquitibum
(la porra del mundial), el mito de la chiquitibum
(la mujer del mundial) y el mito de Carta
Blanca (la cerveza del mundial) pueden colocarse a su vez como los ejes de
un triángulo: porra, mujer y cerveza conformarían entonces la triada perfecta,
la triada del mundial. Pero todos éstos con un común denominador, el cual es la
construcción de un campo alterno de disfrute dentro del mismo evento deportivo.
Elsy Rodíguez