jueves, 28 de noviembre de 2013

El TRIángulo de México 86


Chiquitibum ala bim bom ba, chiquitibum ala bim bom ba, ala bio ala bao ala bim bom ba, México, México, ra ra ra.


Muchos televidentes recordarán que en 1986, año en el que México fue sede del Mundial de futbol por segunda vez, se transmitía un comercial que llegó a ser muy popular. Éste se conformaba de imágenes que aludían a la tribuna que presencia los partidos, a la marca de cerveza Carta Blanca y a una mujer muy singular. De manera que el comercial giraba en torno a aquello que involucraba al público que ve los encuentros (el que no juega propiamente en la cancha y el que está compuesto por la mayoría). Podríamos decir que dentro del ámbito del Mundial la tribuna es un terreno aparte, ésta se consolida en un espacio determinado del cual se apropia. Aunque la tribuna no es ajena al evento deportivo, sí busca aislarse en su misma espacialidad, es así como construye sus propios juegos los cuales son en ocasiones más enajenantes que el propio partido de los 45 minutos.
  
Bien lo decía el comercial: “Este campeonato lo vamos a disfrutar”. Finalmente de eso se trata, de disfrutar. El público de los partidos de futbol a toda costa busca el disfrute y por eso crea sus propios juegos. Ante la incertidumbre de no saber si el equipo que apoya ganará o mejor dicho ante la certidumbre de saber que su equipo va a perder decide apartarse y construir juegos alternos de los que disfruta y que le sirven de consuelo cuando su equipo no gana. Es aquí donde las porras, las olas y demás invenciones tienen un papel esencial; la porra es un elemento importante dentro del comercial al que hago alusión.

Chiquitibum ala bim bom ba es el inicio de una porra, la cual como todas las de su especie hace que el individuo de la tribuna se pierda entre la voz colectiva, el individuo se siente apoyado y “apoya”; está tranquilo porque mientras lo hace su identidad no es revelada. Asimismo la porra promueve una empatía entre los seres reunidos, aunque no basada en el empeño de conocer al otro. Dentro de la porra nadie busca conocer a nadie porque lo que está de por medio no son los individuos y sus personalidades, sino la colectividad y su voz.

Otro elemento importante del comercial es la cerveza, de hecho el anuncio televisivo lo que buscaba era promocionar una marca de cerveza en particular. Pero independientemente de esto hay que notar que el comercial tiene como base la promoción de una bebida alcohólica que parece tener un lugar importante en el contexto deportivo y más explícitamente en el contexto de la tribuna. En este caso la cerveza y su poder están nuevamente dentro del ámbito de lo colectivo porque es dentro de éste en donde más se siente el efecto enajenante de la bebida. La cerveza es el desinhibidor por excelencia, quien la toma en su mano y la empina le está comunicando al otro que ha aceptado desinhibirse. Por ello no es gratuito que en el anuncio la imagen de esta bebida aparezca en un ambiente de euforia, de gritos, de risas y de porra, éste es el momento exacto de la reunión y la desinhibición. El poder de la cerveza gira alrededor de estas dos expectativas.

A la imagen de esa tribuna que pronuncia el chiquitibum y que se “alimenta” de cerveza se incorpora la figura de una mujer a la que antes he llamado singular porque dentro del público se distingue perfectamente. Ella aparece moviéndose al compás de la porra, compás que ella misma inaugura. A pesar de que sus labios parecen pronunciar la porra, no está apoyando el juego con su voz; en realidad ella “apoya” únicamente con su cuerpo. La mujer es muda, así que todo lo comunica con sus movimientos corporales. Por lo tanto sus labios no son sirvientes de la voz que emerge de ellos sino del cuerpo mismo al que pertenecen. De manera que tanto su boca como su pecho, su cintura y caderas han de ser dimensionados exclusivamente como movimiento. Cabe mencionar que dentro de estos focos corporales el pecho fue el que más impactó a varios de los televidentes; en el comercial la mujer se mueve y junto con ella se agita su pecho. El pecho suele concebirse como una de las partes más enigmáticas de la mujer que sobresale por su forma, por su volumen. Pero en este caso lo que es más significativo es que se trata de un elemento corporal sobresaliente y cubierto al mismo tiempo; es la parte que se muestra si mostrarse. El pecho se mueve al compás del ritmo de la porra, abierta y discretamente. No fue gratuito que el chiquitibum se concibiera como el ritmo del mundial, ese ritmo es el encarnado por esta mujer, a la que desde entonces han llamado la chiquitibum porque su poder se le equipara con el de la porra ya que también promueve el disfrute y enajena. Lo cierto es que ella puede prevalecer en la mente sin necesitar la presencia de la voz.


Podemos decir entonces que son tres los ejes que sobresalen en este comercial: la porra, la mujer y la cerveza, y podríamos añadir un cuarto elemento, la tribuna o el público, que es el que funge como el fondo donde operan los ejes. En un inicio también podemos concebir a estos ejes como los tres mitos que configuran una unidad, así el mito del chiquitibum (la porra del mundial), el mito de la chiquitibum (la mujer del mundial) y el mito de Carta Blanca (la cerveza del mundial) pueden colocarse a su vez como los ejes de un triángulo: porra, mujer y cerveza conformarían entonces la triada perfecta, la triada del mundial. Pero todos éstos con un común denominador, el cual es la construcción de un campo alterno de disfrute dentro del mismo evento deportivo.

Elsy Rodíguez