Millones de personas
alrededor del mundo comen en McDonald's diariamente. Un porcentaje importante
de sus clientes son los niños: una parte de su menú está específicamente
dirigida a ellos e incluso han desarrollado personajes mascota al puro estilo
Disney.
Si intentamos relacionar
a los niños con McDonald's, es inevitable pensar en la llamada cajita feliz ¿Qué
es la cajita feliz? El solo nombre no nos habla más que de una caja que es
feliz; un sustantivo y un adjetivo. Pero el sentido no se agota en el mero
nivel referencial: una caja, por definición debe contener algo en su interior,
y en este interior entra en juego el adjetivo "feliz". Se trata de
una caja roja con asas amarillas, los colores del restaurante, y en su interior
contiene diversos alimentos "felices", opuestos al brócoli y demás
verduras tristes detestadas por los niños: el cliente puede escoger entre una
hamburguesa o unos nuggets de pollo, acompañados de papas fritas, un refresco y
un postre. Pero el componente más importante de este producto es el juguete. El
juguete es el elemento más feliz y los niños no serían tan felices, y puede que
nada felices, si éste no existiera.
¿Qué implica entonces la
cajita feliz? Más que nada la idea de felicidad: el fin de este producto, y en
cierto sentido de toda la marca, es hacer felices a sus clientes. De esta
manera, McDonald's configura una asociación entre sus productos y la felicidad.
Pero la cosa no termina ahí. El sociólogo norteamericano George Ritzer ha
propuesto que la sociedad actual repite los mismos principios que rigen a los
restaurantes McDonald's. Así pues, la marca no sólo asocia las mercancías que
ofrece con la felicidad, sino que, a la vez, ofrece una cierta versión de este
sentimiento ¿Cómo logra esto? Ritzer expone cuatro principios que rigen la
organización de un McDonald's: eficiencia, lograr una meta lo más rápido posible;
cálculo, la cantidad importa más que la calidad; previsibilidad, es decir, el
poder de controlar una respuesta; y control sobre las necesidades de los
clientes.
¿Qué nos ofrece entonces
la Cajita feliz? Una felicidad Mcdonalizada, caracterizada por esos cuatro principios:
1) eficiencia, pues obtenemos felicidad rápidamente, 2) cálculo, pues podemos
ser felices cuántas veces queramos, 3) previsibilidad, compramos la cajita
porque nos hace felices, y 4) control; si queremos ser felices debemos
comprarla. En conclusión, la felicidad es una mercancía más que puede ser producida
en serie, como la propia cajita y sus componentes, que nos enseñan cómo ser
felices desde que somos niños.
Rafael Herrera Jiménez