Símbolo
de la modernidad son los supermercados. Si bien es cierto que aún muchos
mexicanos compran sus víveres en mercados y tianguis, los tiempos han
cambiado, las grandes aglomeraciones de personas comprando comestibles no se
arremolinan ya en el mercado Tlatelolco como lo describía Bernal Díaz del
Castillo; ahora, en el siglo XXI, saturamos los pasillos de frutas y verduras
de la Comer. Efectivamente, digo saturamos porque, aunque yo no
soy una “experta”, también he aprovechado sus grandes ofertas.
Semana a semana miles de amas de
casa esperan fervorosamente la llegada del día más especial; ¿el domingo?, para
nada, el miércoles es el nuevo día
santo. Efectivamente, el miércoles de plaza es aquel día en que se
presentan milagros que se multiplican por toda la República (excepto en Baja
California, ya que ahí ocurre veinticuatro horas antes, el martes); precios tan
bajos que permiten que la "reina del hogar" se dé un gustito con lo
que ahorra.
Día milagroso es el miércoles, fecha
en la que la cadena mexicana de autoservicios, cual dios omnipotente, es capaz
de reducir los costos de los comestibles
—que dicho sea de paso, se elevan día a día gracias a la alza en los
combustibles, el bajo rendimiento de las cosechas, las heladas y las sequías,
la inflación, etcétera—, a pocos pesos
con noventa centavos.
Así pues, la sandía cuesta tan sólo
$5.90, el aguacate $19.90, la naranja 8.90, la calabaza de Castilla
(actualmente es verdura de temporada) 8.90 el kilo. Si el pelícano naranja es
benevolente y misericordioso, tras llegar a un lucrativo convenio con los desesperados
productores que le ofrecen su mercancía en consignación, tal vez me encuentre mañana el elote a 90 centavos la
pieza.
El llamado a participar de este día
de regocijo y ahorros se transmite, al igual que ocurriera hace miles de años
con la palabra de Dios, a través de un profeta. En este caso, Jackie
Bracamontes, con su angelical sonrisa, exhorta durante los segmentos
comerciales de telenovelas y noticieros a las "expertas" a acudir al
día siguiente a comprar en la Comer. Palabras sacramentales salen de su
boca: "la mejor calidad, al mejor precio". Lo mejor de su mensaje,
quienes tienen la razón, ante todo y por todo, son las expertas.
Empujones, rebatingas, carritos que
se desbordan de mercancías a lo largo de interminables filas, centavos
ahorrados y otros acumulados en el monedero naranja constituyen la postal que
retrata este día mágico. ¡Viva el miércoles santo!, perdón, era Miércoles de plaza.
Javier Soto Ortega
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